Descripción
Una vuelta a a las grandes preguntas existenciales. Un tratado lleno de respuestas didácticas y asombrosas, que coloca a Darwin y su psicología emocional de la evolución como una suerte de padre de Sigmund Freud, y que echa mano de Osiris, Séneca y Shakespeare para dilucidar la intimidad del teatro humano. Por ese camino, descifra la sonrisa más enigmática de la historia de la pintura y explica cómo la demencia influyó positivamente sobre Ravel para componer su legendario Bolero.
El autor califica la emoción como algo ancestral y automático, y define el sentimiento como un sistema procesado. Pone el dedo en la llaga cuando habla de analfabetismo emocional y abre una nueva perspectiva hacia el amor romántico y pasional. Aprendemos, en estas páginas, que tenemos un cerebro moderno y un corazón antiguo. Que no somos seres racionales, sino seres emocionales que razonan.
La derivación de todas esas conclusiones esenciales, sólidamente argumentadas, queda rebotando por largo tiempo en nuestra cabeza cuando cerramos este libro. Que es un tesoro exhumado para nosotros por un hombre sabio.
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